Cuando llegué a Santa Cruz de la Sierra me sentí arropada por todos/as: por los/as voluntarios/as bolivianos/as, los/as españoles/as y por el proyecto en general. He sentido que todo lo que hacía se valoraba de una forma desmesurada, y que un mínimo esfuerzo para ellos era un gran paso. El agradecimiento, la hospitalidad y la ayuda ha sido desmesurada en todos los sentidos.
A parte de todo esto, he de admitir que he vuelto con una imagen muy distinta frente a nuestras costumbres, nuestro ritmo de vida y altamente concienciada; ya que somos nosotros (los países más favorecidos) los que provocamos las situaciones que menos atractivas me han parecido. Sólo por esto, animo a todo el mundo a dejar sus prejuicios, dejar sus comodidades y su ego en casa, para emprender así un viaje hacia el altruismo. Al final, lo que más me ha gustado de esta experiencia es recordar el valor de comunidad.