El segundo gran regalo fue un hogar. Desde el primer día hasta el último, en la casa que he compartido con los fraternos se me ha acogido como a una más. Más allá del hecho de que nunca me faltó de nada, en la asociación he encontrado una familia que me ha abierto los brazos sin reservas. La cercanía con la que me han tratado desde el principio hizo que cuando apenas llevaba un par de días ya me sintiera completamente integrada y asentada en aquella casa, con la sensación de llevar allí ya toda una vida. Cada día me preguntaban que qué tal me había ido, me animaban, me cuidaban, me comprendían y daban valor a mi esfuerzo y mi trabajo. Resolvieron conmigo cada pequeño problema, me ayudaron en todo cuanto necesité y me aceptaron tal y como soy, a pesar de las diferencias que pudieran separarnos. Y no solo eso, también me abrieron las puertas a otros proyectos para que aprovechase al máximo la experiencia, me enseñaron lugares maravillosos y me animaron a participar en todos sus eventos. Tuve la inmensa suerte de poder sentirme parte de la comunidad.
El tercer regalo fue el crecimiento. Pude residir en la casa principal los dos meses que duraba mi estancia, y la convivencia con los fraternos fue una de las mejores partes de la experiencia. Cada miembro de la Asociación me ha aportado algo diferente, tanto por su trabajo en sus respectivos proyectos como a nivel personal. He aprendido muchísimo de su capacidad de trabajo, su entrega, su humildad, su disciplina, su voluntad, su compasión, su generosidad sin límites… y todo ello me empuja cada día a querer trabajar en ser mejor profesional y mejor persona. Todos, y en especial el Padre Nicolás Castellanos, se han convertido en grandes referentes para mí.
Por estos regalos, y por muchos más, estoy infinitamente agradecida a los miembros de la Asociación, a los profesores del Colegio Virgen de Urkupiña y a los que han sido mis alumnos durante dos maravillosos meses. También, por supuesto, a los demás voluntarios y voluntarias del Proyecto, con los que he construido vínculos muy especiales y compartido tantas vivencias y buenos momentos. Esta ha sido una experiencia que ha removido mis cimientos y que, en resumidas cuentas, recomiendo encarecidamente a todos aquellos que, como yo, están construyendo su camino.