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PREMIO PRINCIPE DE ASTURIAS DE LA CONCORDIA 1998

10.04.2020

PASCUA

Historia y Significado. Según el Evangelio de Juan, se celebró la Pascua el 14 de Nissan. A finales del Siglo II, las Iglesias de Asia Menor, celebraban la Pascua el 14 de Nissan, sin importarles el día de la semana en que cayese. Las Iglesias guiadas por Roma, la celebraban el domingo siguiente al 14 de Nissan. El Concilio de Nicea (325) invita a todas a seguir la praxis de la Iglesia de Roma. En el año 1581, se promulga el calendario Gregoriano y fija la fecha de la celebración de la Pascua, el primer domingo después del Plenilunio de Primavera, entre el 22 de marzo y el 25 de abril.

Durante varios siglos se perdió el sentido verdadero de la celebración de la Pascua, y en 1955, Pio XII restableció el triduo Pascual. Y últimamente el Concilio Vaticano II (1965) le ha dado a la celebración de la Pascua toda la significación teológica y riqueza litúrgica.

Significado. El simbolismo principal se concentra en la Vigilia Pascual, “La madre de todas las Vigilias” (San Agustín). “Noche iluminada”, “Noche más clara que el día”, “Oh noche maravillosa, que proclama el Pregón Pascual”.

En el Nuevo Testamento, la palabra Pascua, aparece 29 veces e indica la fiesta y la memoria, como expresa su institución en el Ex. 12, 14: Este día será para ustedes el memorial, en el que celebrarán la fiesta de Yavé, de generación en generación.

Todo culmina en el Misterio Pascual, la Muerte y Resurrección de Jesús, que es el centro y culmen de la vida y obra de Jesús y también de toda la Historia de la Salvación. “Este es el día que actúo el Señor. Cantemos el Aleluya y alegrémonos en él”. Lo cual significa que al tercer día resucitó de entre los muertos.

Estamos ante el misterio. La Resurrección se sitúa más allá de la historia. No es conocida ni explicada por la razón o por los sentidos, solo es alcanzable por la fe, donde aparece la duda y la oscuridad. Constituye el culmen de la fe cristiana. Y nos muestra que la vida es más fuerte que la muerte. No estamos destinados al fracaso, a la corrupción, sino a la vida y a la felicidad.

Jesús después de su resurrección aparece más humano, más cercano, más entrañable, que antes de su muerte. Porque en el Evangelio resulta el criterio, cuanto más divino, más humano. Porque en Jesús, Dios se ha humanizado. De forma que en lo humano es donde vemos, tocamos y palpamos lo divino” (Jn 1, 18,14, 9–8, 56-58).

Hacer memoria de la Muerte y Resurrección de Jesús, despierta convicciones profundas, que se traducen en pautas de conducta y hábitos de comportamiento.

Se da un auténtico encuentro con el VIVIENTE, que crea condiciones profundas, cambia nuestra vida y aceptamos la revolución del Evangelio que consiste en que el Dios excelso todo amoroso lo encontramos en el ser humano despreciado y humillado. Dios se identifica con lo humano, y entonces, cuánto más nos humanicemos, más cerca estamos de lo divino. Lo cual quiere decir que tenemos que ser buenas personas con todos y en todas las circunstancias y, sobre todo, amar sin condiciones.

Pero no podemos olvidar que a la Resurrección le precede la cruz y sin cruz, no hay Resurrección. “Los crucificados de la historia son el lugar más apropiado para comprender la Resurrección de Jesús” (Jon Sobrino).

“La Resurrección de Jesús es el argumento que tenemos los cristianos para fundamentar la esperanza de los víctimas de la historia, para reivindicar la vida y dignidad, que les fueron arrebatadas por la violencia”, escribe el teólogo José María Castillo.

¿Cómo traducir el mensaje de esperanza de Jesús a las víctimas de la pandemia del coronavirus, que padece la humanidad? Jesús resucitado es el triunfo de la vida sobre la muerte. Entonces identificarse con Jesús es luchar, trabajar por hacer un mundo habitable para todas las víctimas y excluidos en la cultura del descarte.

Este encuentro con el VIVIENTE, nos hace personas libres, con una libertad, que nos compromete en el servicio de la misericordia. “Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso”. No queda otra que vivir pendientes de los que sufren y excluidos.

Finalmente, el VIVIENTE tiene credibilidad porque bajo y, en cambio, no la tienen los que suben. “Creed en el que baja del cielo”. Así es como se da vida y vida plena en el camino del despojo de toda grandeza, poder, y nosotros solo tendremos credibilidad por la autenticidad de la vida.

Sigue siendo verdad el dicho de San Atanasio: Cristo Resucitado ha venido a animar una fiesta en el corazón de los creyentes. FELIZ PASCUA FLORIDA.